A través de los Lentes de la Esperanza

A través de los Lentes de la Esperanza

Esclavizada por una obvia enfermedad y oprimida por la tristeza de vivir ridiculizada y despreciada por
sus hermanos, y también separada de su madre cuando tenía 8 años de edad, Rosanne Sorimar ha ido
mejorando poco a poco, gracias al apoyo en salud y emocional que recibe de parte de su iglesia local.
Ahora ella tiene nuevas esperanzas para creer; para creer en ella misma, que no está sola, que Dios está
con ella; para creer que ella puede lograr sus sueños de ser una doctora.


Sorimar Rosanne Echavarría Marmolejos es una niña de 12 años de edad que formó parte del Programa
de Patrocinio Infantil de Compassion (CDSP) hace tres años.

La vida estaba mejorando para la familia de Sorimar. Ellos vivían en una casa pequeña en Los Tres
Brazos, una comunidad en Santo Domingo, sumergidos en una lamentable pobreza y delincuencia. Ellos
eran una familia de siete que consistía de su padre, Leónidas Echavarría; Ana María, su madre; Elías,
Jhony y Kike, sus hermanos mayores, y Amancia, su hermana. Más tarde, una terrible situación cambió
sus vidas por completo: Ana María se fue de la casa.

Antes de convertirse en una familia de seis, Sorimar tenía una vida decente. Su padre estaba trabajando
en un parque nacional como vigilante, y su madre tenía un pequeño lugar en la escuela donde solía
vender empanadas. De acuerdo con Leónidas, ella trabajaba porque ella quería hacerlo, pero con ambos
trabajando por lo menos podía ganar algo para alimentar a su familia.

Algunos meses después del nacimiento de Sorimar, ella presentó una crisis que impactó a toda la
familia: los doctores la diagnosticaron con epilepsia. Desde ese momento los doctores pudieron
controlar la condición de Sorimar hasta que tuvo 8 años de edad, el mismo año que Ana María se fue de
la familia.

“Ana María y yo estábamos trabajando, estábamos muy bien” dice Leónidas. “Yo no sé lo que haya
pasado que en un momento ella nos dejó hasta hoy y me dejó solo aquí con los niños. Ella no dijo por
qué se estaba yendo; ni siquiera peleamos. Ella solo dijo “me voy” y se fue. Teníamos 22 años viviendo
juntos. Nunca esperé que ella me hiciera eso. Pensé que íbamos a morir juntos.”

Solo y abandonado, Leónidas cayó en una gran depresión que le costó su trabajo. La familia se
estaba deteriorando lentamente. Los muchachos comenzaron a tornarse violentos y Amancia, quién
cuidaba de la salud de Sorimar, se fue de la casa cuando quedó embarazada de un delincuente de la
comunidad. “Es por eso que aún sigo aquí. No importa lo que pase jamás me iré. ¿Cómo podría dejar a
una niñita enferma? Si tuviera que morir, moriré aquí, pero jamás abandonaré a Sorimar”, dice Leónidas
con lágrimas en sus ojos.

Las crisis de Sorimar eran frecuentes. Con el tiempo, ella comenzó a mostrar discapacidades en el habla
y su cuerpo comenzó a deteriorarse por la falta de alimento. Se sentía tan sola y abandonada que, sin
decírselo a nadie, dejó de comer debido a que pensaba en su madre. La tristeza se reflejaba en su
rostro. Leónidas intentó mantener estable la salud de su hija menor pidiendo ayuda a sus amigos y
familia, muchas veces sin poder pagar el costo de las medicinas.

El escuchar a diario la voz de su padre diciendo amargamente que la madre de Sorimar la abandonó,
lastimaba el corazón de Sorimar. Detrás de las buenas intenciones de cuidar y proteger a su hija, y como
resultado de su condición de vida, sin darse cuenta él estaba transfiriendo su amargura a su hija.

“Mami me dijo que se fue de la casa porque ya no podía aguantar que uno de mis hermanos le robara su
dinero. Me siento triste cuando mi papa me dice que mi mamá me abandonó. No le digo nada a él, solo
me acuesto en la cama y lloro. Cada vez que quiero hablar acerca de mi mamá con él, me dice, “deseo
que nunca hayas nacido”, dice Sorimar con un fuerte grito de dolor. “Mis hermanos se burlan de mí.
Ellos dicen que soy como mi tía que sufre también de esta enfermedad. Me siento sola”.

Pero en Mayo del 2012, la vida de Sorimar comenzó a cambiar. Una luz de esperanza vino a ella cuando
fue registrada en el Centro de Desarrollo Manantial de Vida. Inmediatamente ella tuvo un patrocinador
de Holanda, quién le escribe a ella seguido y a ella le encanta recibir las cartas. “Me gusta saber que
alguien me ama mucho y que soy especial para ellos”, dice ella.

Hoy en día, Sorimar es una Hermosa niña de 12 años de edad que está en el lugar correcto – un lugar
donde personas de Dios amorosas la ayudarán a salir del ciclo de la pobreza y la tristeza que la rodea,
pero también la ayudarán con su salud. Mensualmente, ella recibe el cuidado médico que necesita para
evitar la crisis de epilepsia a través de medicinas, citas con los doctores y pruebas de laboratorio.

Con el apoyo de la iglesia a través de su sociedad con Compassion, las dificultades del habla de Sorimar
han disminuido. “Cuando ella comenzó a asistir al programa, era retraída y tímida. Ella apenas hablaba
pero con el tiempo ella ha mejorado dramáticamente. Ella acaba de pasar al cuarto grado de la escuela
primaria. Sus notas son muy altas y ella es más extrovertida. Cuando ella viene al centro, me abraza y
abraza a su tutora. Ahora tiene más confianza y puede expresar lo que necesita. Ella también es muy
Buena hacienda cintillos y ganchitos”, dice Graciela Cruz, la directora del centro.

La mejoría de Sorimar ha sido tan notable para Leónidas que él dice que “ella ora, y eso es algo que no
hacía antes. Ella habla mejor y antes no lo hacía. El centro la ha ayudado con todo, aún con sus
medicinas. Es importante que ella vaya allá porque recibe mucha educación, y eso es importante”.

El ambiente del centro la ha favorecido y la iglesia es su refugio. Ya que el centro es abierto y
participativo, a diferencia de una escuela, El Centro de Desarrollo Infantil de Compassion le permite a
Sorimar, a través de su currículum, a desarrollarse en las cuatro áreas principales como también guiarla
hacia Jesús.

Después de todo lo que ha sufrido, la vida de Sorimar es hermosa, si la vemos a través de los lentes de la
esperanza. La vida de esta niña ha sido rescatada y esto es solo el comienzo. Ahora tiene la oportunidad
de crecer en un lugar seguro, aprendiendo la palabra de Dios y con la esperanza de hacer su sueño
realidad en el futuro: ser una doctora para sanar a las personas.

Por Yrahisa Mateo Solano, DR Especialista de Comunicaciones.

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